Había una vez una niña muy buena y muy piadosa que era huérfana; también era tan pobre que no tenía ni casa, ni cuarto, ni cama donde dormir. Solamente tenía un vestido que cubría su cuerpo y un pedacito de pan que la había dado un alma caritativa
Comenzó a caminar por las calles pero a los pocos pasos encontró un pobre que la dijo.
-¿Me puedes dar algo de comer?, ¡porque tengo tanta hambre!…
Y ella le dio todo su pan diciéndole. Y continuó su caminar.
Poco después encontró un niño que lloraba, diciendo:
-Tengo frío en la cabeza, dame algo para cubrirme. La niña se quitó su gorro y se lo dio.
Un poco más adelante vio otro que estaba muriendo de frío porque no tenía chaqueta y le dio la suya; otro por último le pidió su falda y se la dio también.
Pasó el tiempo y se hizo de noche, la pequeña niña llegó a un bosque, donde halló otro niño que le pidió la camisa.
La caritativa niña pensó para sí: -La noche es muy oscura, nadie me verá, bien puedo darle mi camisa-. Y se la dio también.
Ya no la quedaba nada que dar. Pero en el mismo instante comenzaron a caer las estrellas del cielo y al llegar a la tierra se volvían hermosas monedas de oro y plata, y aunque se había quitado la camisa se encontró con otra enteramente nueva y de tela mucho más fina.
La niña reunió todo el dinero que cayó al piso volviéndose millonaria para toda su vida.