Había una vez un granjero que tenía una gallina que cada mañana ponía un huevo, pero de pronto el granjero descubrió que la gallina había puesto un reluciente huevo de oro y ¡no lo podía creer! al principio pensó que era una broma pero fueron pasando los días y la gallina siguió poniendo huevos de oro.
El granjero juntó todos los huevos que había guardado y los llevó al banco para ver si era oro de verdad y en el banco le dijeron que sí eran reales y que valían mucho dinero.
El granjero no se conformó con lo que tenía y se volvió muy pero muy ambicioso, así que empezó a pensar cómo hacerle para tener más oro y volverse millonario.
Así que se le ocurrió que a lo mejor la gallina tenía en su interior una gran barra de oro y que si se la sacaba, ya no iba a necesitar esperar a que cada día pusiera un huevo.
Entonces decidió matarla para sacar la barra y se encontró con que la gallina era exactamente igual a todas las de su especie es decir que no tenía nada en su interior, así que el señor se quedó sin su gallina de los huevos de oro.
El señor por desesperado y ambicioso perdió su fuente de riqueza para siempre y se quedó muy triste.
Moraleja: Ser demasiado codicioso nos puede llevar a perder todo lo que tenemos.